Hasta el 30 de junio de 2017, en España se han notificado 3.353 nuevos diagnósticos de VIH en el año 2016, una cifra que se mantiene constante durante los últimos 10 o 15 años.
España se encuentra en una ‘buena situación’ para lograr los objetivos marcados por ONUSIDA para que en 2020 el 90% de las personas que viven con el VIH conozca su estado, que el 90% de las personas diagnosticadas reciba terapia antirretrovírica y que el 90% de las personas que reciben terapia tengan supresión viral. Los dos últimos retos ya se han logrado, queda pendiente el primero. Así lo han reconocido tres expertos en VIH y sida que han participado en encuentro organizado con la colaboración de MSD en ABC.
«España está en muy buena situación», señala José Antonio Pérez Molina, infectólogo del Hospital Ramón y Cajal de Madrid y presidente de Gesida. «De los tres 90s, el segundo y el tercero ya los hemos conseguido; el único que tenemos pendiente es que el 90% de las personas infectadas se diagnostiquen», apunta Santiago Moreno, Jefe de Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal. «Y estamos muy cerca, porque ya no hay un 30% de personas con VIH sin diagnosticar; la cifra es del 18%, lo que hace que el número de personas con VIH diagnosticadas en España esté ya por encima del 80%».
En otros países, como EEUU, el objetivo de diagnosticar al 90% ya lo han cumplido, pero fracasan en el segundo 90: que el paciente entre en el sistema y reciba tratamiento. A diferencia de otros países, señala José Ramón Arribas, Jefe de la Unidad de Infecciosos del Servicio de Medicina Interna del Hospital La Paz, en España, «una vez diagnosticadas, tenemos un sistema de salud muy accesible y que funciona muy bien. El problema es identificar a esas personas con VIH, especialmente en los colectivos más vulnerables y en aquellas personas, inmigrantes, heterosexuales mayores, que no creen que tengan VIH y cuando se diagnostican, se hace tarde».
La realidad es que desde hace años la cifra de nuevas infecciones por VIH en nuestro país no baja de los 3.000 casos –3.353 nuevos diagnósticos de VIH según los últimos datos presentados por el Ministerio de Sanidad con motivo del Día Mundial del Sida que celebra hoy 1 de diciembre-. La pregunta es, ¿cómo identificar a esa población? Para el Dr. Arribas, «es un fracaso del sistema que en los últimos 10 o 15 años no hayamos bajado de esa cifra de 3.000 infectados anuales». Pérez Molina explica que «el diagnóstico depende del nivel de alerta de la sociedad y, desde hace años, no hay campañas de sensibilización en las personas más jóvenes». «No hay campañas de educación sexual, especialmente en el colectivo de hombres que tienen sexo con hombres», añade Arribas.
¿Estamos diagnosticando más personas?, se preguntó Moreno. «A lo mejor en los próximos años se reduce este cifra y se demuestra que hemos mejorado en el diagnostico». Eso sí –advierte-, «si no se confirma la tendencia de disminución, tendremos que asumir que estamos hechos un desastre, y eso es algo que nuestro sistema de salud no se puede permitir».
El problema es que el VIH ya no es tan visible como hace años. Así, denuncia Moreno, «las autoridades sanitarias han bajado la vigilancia. Han desmantelado el Plan Nacional del Sida, que ahora es solo una subdirección general. Lo mismo ocurre en algunas comunidades, como Madrid». Y como apunta el Dr. Arribas, estamos hablando de un «objetivo factible»; hay ciudades, como San Francisco, París, Madrid o Sevilla, que se han propuesto cero nuevos diagnósticos. «Con el tratamiento inmediato y con la PrEP (profilaxis pre exposición) es factible. No puede ser la ‘complacencia’ de esos 3.000 o 4.000 mil casos al año».
Porque, como añade Pérez Molina, estamos hablando de una infección, de una epidemia. «Si no se actúa continuamente, el VIH va a seguir existiendo y propagándose». Y lo más preocupante, en opinión de Moreno, es que es algo ya conocido: «Es la misma historia que la de la tuberculosis. Hablamos de enfermedades prevenibles y eso me hace pensar que en España hay algo que no funciona bien en salud pública porque, si no, las autoridades tenían que estar mucho más encima de un problema como éste y no dejarlo a su libre evolución».
Los tres expertos coinciden en que todas las personas que hayan tenido relaciones sexuales de riesgo, sin condón, se deben hacer la prueba del VIH. No se puede permitir este goteo de casos y que, además, tengamos cifras elevadas de diagnóstico tardío. «El diagnostico tardío sigue siendo muy elevado; hay personas que no los detectamos hasta 4 o 5 años después de haber sido infectados», apunta Pérez Molina. «Hay tanto que ganar; se puede llevar la misma vida que una persona sin VIH: tener hijos, llevar una vida sexual normal, etc. », asegura Arribas.
Moreno indica que se han hecho propuestas concretas para mejorar estas cifras de diagnóstico tardío. «Desde atención primaria se podrían ‘pescar’ a muchas personas con VIH», señala. En esto coincide Pérez Molina: «es necesario sensibilizar al colectivo médico de que está enfermedad existe. La educación y la sensibilización es fundamental». No hay que olvidar que la prueba del VIH tiene un coste inferior a 3 euros.
El estigma, a día de hoy, sigue siendo un elemento que no ayuda nada en mejorar en el diagnostico precoz, «incluso en personas que saben que deberían hacerse la prueba», señala el experto de La Paz. Un aspecto sobre para reflexionar es que, en el VIH ha cambiado todo: pronóstico calidad de vida, etc.; todo menos el estigma.
Precisamente ese es el cuarto objetivo de Onusida: que el 90% de las personas con VIH tenga un buena calidad de vida y cero discriminación. Santiago Moreno lo tiene muy claro: «si yo fuera responsable sanitario priorizaría el diagnóstico precoz y las campañas que contribuyan a la normalización de la infección, para así acabar con el estigma. No puede ser que, después de todo lo que sabemos y los años de infección, no se pueda decir con naturalidad que uno tiene el VIH». Porque, como apunta Arribas, «los estereotipos ya no funcionan para nada. Cuando alguien en la consulta da positivo en la prueba del VIH es muy difícil adivinar por qué vía se ha podido infectar».
¿Curar el sida?
Los últimos datos de Onusida son muy esperanzadores: hay 21 millones de personas en tratamiento. «Nunca en el mundo ha habido tantas personas tratadas –recuerda Arribas-. En 2000 había solo 250.000. Pero que en 2030 se pueda curar a los pacientes…, tengo mis dudas. Creo que habrá casos esporádicos, como el paciente de Berlín». Moreno es más optimista: «lo vamos a ver antes de jubilarnos». «Curar se va a curar, pero de forma tan extendida como el tratamiento antirretroviral, no lo veo», señala Pérez Molina.
Arribas recuerda que con la curación no ha habido buenas noticias recientes. «Necesitamos una buena noticia». Además, añade, «el problema con la curación es que la alternativa –los fármacos antirretrovirales en una única pastilla- es muy buena, y es difícil, desde un punto de vista ético, plantear un estudio que compare ambas opciones». En este sentido, el presidente de Gesida señala que el VIH es el paradigma de las enfermedades infecciosas. «Hasta su aparición, o se curaban o mataban. El problema es que solo llevamos unos 30 años con el VIH, y el avance ha sido rapidísimo. A lo mejor nos estamos exigiendo mucho».
Moreno apunta que nuevas terapias, como la inmunoterapia –que está dando tan buenos resultados en el cáncer- va a venir en nuestra ayuda. «La buena noticia es que bastaría con un pequeño ensayo clínico, con pocos pacientes, que demostrara que es posible la curación». Arribas concluye: «en los próximos años sí que veremos algún nuevo caso de curación, pero el problema es escalarlo y que sea aplicable a todas las personas con VIH».